Corresponsal en Riohacha
Luciendo su vestimenta típica, más de veinte palabreros de la etnia wayuu llegaron puntuales al centro cultural de Riohacha para cumplir la cita con el primer encuentro regional.
Los ‘Putchipúu’ (palabrero en wayunaiki) vinieron procedentes de diferentes zonas de La Guajira.
Al evento, que contó con la realización previa de un foro abierto en el que los mediadores indígenas expusieron sus inquietudes y comentarios sobre sus necesidades, asistieron también diferentes representantes de instituciones de Colombia y Venezuela.El primer encuentro regional es el resultado de los talleres que se realizaron en varias localidades de la península como parte del proceso denominado Pirs (Plan de Identificación y Recomendaciones de Salvaguardia) y a través del cual se reconocen las manifestaciones culturales de la institución del palabrero.
En noviembre de 2004 el Ministerio de Cultura le dio al ‘Putchipúu’ la categoría de bien de interés cultural del país.“Este es un proyecto del Ministerio de Cultura y del Observatorio del Caribe colombiano, que busca tomar las medidas necesarias para que una institución que fue declarada bien de interés cultural de Colombia pueda ser protegida con las medidas que la comunidad y los actores recomienden para su implementación”, afirmó Weildler Guerra Curvelo, director del proyecto.
Los palabreros asistentes al evento valoraron la importancia del reconocimiento institucional como mecanismo de apoyo y solicitaron la expedición de un carné que los identifique como ‘jueces’ antes las autoridades.
En el acto se expusieron las situaciones que amenazan la supervivencia del palabrero: el debilitamiento de la cohesión familiar, la crisis en la economía tradicional, los procesos de urbanización y la presencia de grupos armados ilegales en su territorio.
El palabrero wayuu es un mediador entre los conflictos que se presentan en su comunidad y goza de respeto y admiración por parte de los demás integrantes de su raza. Su palabra se considera sagrada, pues la tradición —desde los lejanos tiempos en que era leyenda— demostró la efectividad y los buenos resultados de la intemediación.
Además, se desenvuelven en todo el territorio guajiro en busca del arreglo de conflictos que van desde accidentes hasta litigios por tierras.Para el palabrero wayúu Rafael Arpushaina, de la comunidad el dividivi de Riohacha, la institución del palabrero es muy importante en el territorio porque la población los necesita para la resolución de todo tipo de conflictos.
“Los palabreros tienen que ser serios en sus trabajos, un palabrero nace con la gente y están instituidos para resolver problemas. Hay unos que arreglan solo un tipo de problemas como accidentes, muertos por tiros, problemas por tierra, y robos; otros ‘arreglan’ matrimonios. Yo soy palabrero para todo: arreglo asuntos de todo tipo... a veces el caso pasa a asuntos indígenas para que la historia quede escrita, y después va a la Fiscalía”, expresa Arpushaina.Según el investigador del laboratorio de antropología social de la Universidad del Zulia en Maracaibo, Carlos Valbuena, el manejo que los palabreros wayuu le dan a los conflictos es un ejemplo que debe imitar la sociedad occidental.
“El saber wayuu sobre la conciliación, la solución de conflictos y la mediación, es uno de los elementos más importantes en una cultura ancestral como la de esta etnia”, dijo.Valbuena ha llevado a cabo en los últimos años una investigación en diferentes poblaciones wayuu de Venezuela para aproximarse al universo simbólico de esta cultura indígena: “en nuestra investigación hemos podido constatar que, a pesar de que algunas cosas cambian, los elementos esenciales en los wayuu permanecen firmes. Uno de ellos lo constituye el sistema de mediaciones legales, el valor de la palabra y la ‘negociación’ posible entre uno y otro grupo. También hemos podido ver que es importante y crucial que la cultura wayuu mantenga no solo su lengua sino sus instituciones más importantes como la del palabrero”, sostuvo.
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