POR FABRINA ACOSTA. PUBLICADO EN DIARIO DEL NORTE 29 DE JULIO DE 2011
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“Nuestro cementerio no tenía muertos por violencias,
Sino por enfermedad y vejez, Portete es territorio de paz”
Debora Barros
El mes de Abril de 2004 inesperadamente trajo un abrupto episodio de violencia para la comunidad de Bahía Portete en la alta Guajira, se ha escrito mucho al respecto y siguen miles de preguntas sin respuestas y el territorio ancestral aún no se recupera del suceso traumático; hoy quiero concentrar estas letras en homenaje a las víctimas y a las lideresas que en medio de la exigencia han tenido que reservar el dolor para continuar la lucha por el respeto de sus derechos como seres humanos y comunidad indígena.
Es lamentable saber que la comunidad de Bahía Portete padeció un estilo de masacre con una característica relevante y mayormente dolorosa: la violencia contra las mujeres, como en un interés de los victimarios por desarraigar el liderazgo femenino y con ello matar esperanzas.
Tuve la oportunidad de caminar el territorio y ver el escenario desolado que dejó la violencia, he escuchado relatos de los sucesos y he sido testigo social de la gestión humanitaria que se les ha encomendado y han liderado tres mujeres: Carmen Fince, Debora y Telemina Barros, las he escogido a ellas (sin intención de excluir a otros líderes) como representantes de un pueblo que clama por lo que le pertenece ellos no piden nada que les sea impropio, ellos quieren retornar a su territorio ancestral porque ahí nacieron, crecieron y desconocidos (“conocidos”) los expulsaron, son desplazados del dolor de la guerra o de la envidia del poder, son ejemplo de resistencia y buscadores de la verdad, aun no pierden la esperanza de la justicia, ellos quieren recuperar su espacio natal y que se les respete el regalo sagrado de la vida.
Debora, Telemina y Carmen representan a un pueblo que incansablemente desde ese oscuro abril de 2004, solicitan la posibilidad de retornar y reverdecer el territorio que les pertenece por naturaleza, esto para que sus corazones cargados del dolor de la muerte y la desaparición de sus seres queridos recuperen un poco la tranquilidad en razón de volver a habitar su espacio; sé que la nobleza del pueblo nativo de bahía Portete espera con cordura volver a caminar la fina arena de su territorio y permitir así que las almas sagradas de sus muertos encuentren paz en el más allá.
En este sentido, no se trata de un retorno para recobrar unos bienes materiales como el pensamiento occidental lo haría, esto trasciende a lógicas espirituales y del SER, el pueblo de Portete busca volver a coexistir en armonía con su territorio, sus muertos y sus vivos, pero sobre todo lograr que las almas encuentren la calma y dejen de penar por causa de tantos actos de injusticia, invisibilidad y negligencia ocurridos en este espacio terrenal.
La masacre de Portete reclama justicia y el camino para ello es el RETORNO, un retorno real, con el pueblo real, con los dueños reales donde se posibilite el nuevo comienzo de una historia que les pertenece por disposición y herencia ancestral.
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