Paradójicamente tristes y cómicas las noticias que uno escucha de los grandes beneficios y recursos que le envía el gobierno central al departamento de La Guajira para el pueblo indígena Wayúu, incluidos Resguardos indígenas, salud, educación, apoyo cultural (artesanías), entre tantas cosas, las cuales son desviadas y ocultadas por los gobernadores y líderes corruptos Wayúu que existen en nuestra tierra guajira, que son aquellos que se mantienen detrás de los políticos, también corruptos, de nuestra Colombia, los cuales se identifican como visitantes constantes de la Gobernación, de las Alcaldías y de otras entidades importantes del departamento, usando sombrero Wayúu, sonrisa ligera, fólder bajo el brazo o, simplemente, la mochila; algunos con waireñas y otros muy elegantes; y las mujeres con cara de yo no fui, no le hablan a nadie si no es igual o, al menos, que se fulano de tal, vestidas de mantas de alta costura y con perfumes de París, para realizar grandes negociaciones o recibir un alto cargo político. Estos corruptos líderes Wayúu utilizan estos recursos para desviarlos hacia su bolsillo y para comprar propiedades aquí y en Venezuela y montar una empresa para beneficio de la “rosca”, incluidos carros de lujo, entre otros, engañando así a su propio hermano indio y a su familia, quienes habitan allá en la Alta, Media y Baja Guajira. El pobre indo olvidado en ese árido desierto, enfermo, acostado en un chinchorro de cabuya bajo una enrramada de palo con techo de yotojoro, semidestruida por el tiempo, ya que las eternit, las puertas de madera, ventanas, listones, cemento y tanques para el agua, entre otros, nunca llegaron a sus manos, porque los líderes corruptos o ladrones de lo ajeno le cambiaron el rumbo y se lo vendieron al mejor postor; mientras que el indio muere sin conocer las cosas buenas que les envían. En cuanto a la salud, estos líderes engordan sus cuentas con la partida que reciben, otros les dan la Bienestarina a sus amigos especiales o la venden por algo. También maltratan a las artesanas con la mano de obra, les pagan sus obras a un precio risible, para después ellos venderlas en Bogotá o en otro lugar del país a un precio elevado. También utilizan sus huellas y firmas para poder sacar más recursos para sus bolsillos, engañando así a sus propios hermanos Wayúu. Cabe decir que venden por comodidad su razón de ser y su libertad. Son muy frecuentes las peleas de estos líderes corruptos con el resto de la comunidad, algunos maltratando de palabra al pobre indio cuando les llegan los recursos del pudín de los Resguardos indígenas, es decir que venden su destino por el oro y la comodidad. Como indio que soy, recuerdo con mucha nostalgia mi legítima costumbre Wayúu, ahora perdida, para ser comercializada por los corruptos para bienestar de ellos. También recuerdo las décadas de los sesenta y setenta y los comienzos de los ochenta, cuando algunos hermanos Wayúu se iban a estudiar o a vivir a otros lugares de Colombia e, inclusive, en los principales municipios de La Guajira, y les daba pena decir que eran indios, porque existía desigualdad. Desde aquel momento me sentí defensor de mi etnia, dentro de los centros educativos y fuera de ellos. En Riohacha y Bogotá lo hicimos sin ningún interés. Ahora que la cosa está buena todos quieren usar mantas, mochilas, sombreros, waireñas y enseñar a hablar el wayunnaiki y montar festivales para comercializar lo nuestro. Todo esto lleva un fin: el dinero y el poder. Quiero terminar con la letra de una canción que dice así: “Yo soy el indio que tiene todo y no tiene nada”. Nota: Artículo aparecido originalmente en:
Guajira Gráfica. Edición 387. Riohacha. 15 al 31 de agosto de 2007. P. 4.
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